El jurado popular lo considera «no culpable» del delito de homicidio. Valida su alegato de que actuó en defensa propia ante la agresión de los dos encapuchados que entraron en su casa.
Ya hay veredicto sobre el famoso caso Pau Rigo, el juicio contra el anciano de 84 años que, cuando tenía 78, mató de un disparo a uno de los dos ladrones que le asaltaron en su casa para robarle.
Después de más de 24 horas de deliberación, el jurado popular ha concluido por unanimidad que Rigo, al que la Fiscalía reclamaba una condena de cuatro años de cárcel al no aplicarle por completo la circunstancia de la legitima defensa, es «no culpable». Y que, por tanto, debe ser exculpado del cargo de homicidio.
A grandes rasgos, y tras contestar a un exhaustivo cuestionario de 50 preguntas, el jurado formado por nueve ciudadanos anónimos considera que Rigo actuó en defensa propia.
Que no tenía intención de matar al ladrón y que reaccionó «aterrorizado» disparando una escopeta de caza para defenderse a sí mismo y a su mujer del asalto violento. Dos hombres jóvenes, altos y encapuchados, que portaban patas de cabra y bridas.
El jurado, según ha informado el Tribunal Superior de Justicia de las Islas Baleares, considera que el hombre temía por su vida al ver armado a uno de los atracadores.
Ahora deberá ser el tribunal el que valide el veredicto y dicte sentencia absolutoria, enmarcando el caso en un relato jurídico.
Durante el proceso judicial, celebrado en las últimas dos semanas en Palma, Rigo alegó que actuó para «defender su vida» al pensar que los dos asaltantes que irrumpieron en su casa lo iban a golpear e iban a dejarle morir junto a su mujer. El forense contextualizó su actuación en la situación de «miedo insuperable» en la que se sumió en ese momento de máxima tensión.
Era la segunda vez que le robaban en unos meses. En el anterior asalto, donde ya le habían robado 30.000 euros, los asaltantes usaron la violencia, según explicó. No lo denunció por miedo a que le mataran, dijo Rigo en el juicio.
Según sostuvo el anciano ante el jurado, disparó la escopeta con la que cazaba «conejos y perdices», que guardaba cargada en su habitación, cuando uno de los dos atracadores se abalanzó sobre él con una pata de cabra. Antes, los ladrones le habían zarandeado tras apresarle en el jardín de su casa poco después de haberse despertado, todavía ataviado con su pijama.
Desconectaron los teléfonos y lo condujeron por la casa en busca del dinero que, según la banda de ladrones, el anciano había ganado con la venta de una empresa de tragaperras. «Buscaban 200.000 euros», recordó Rigo en su declaración. En la caja fuerte hallaron 15.000, la mayoría en monedas.
El ladrón que sobrevivió al asalto, Fredy Escobar, principal acusado y para el que la Fiscalía pide seis años de prisión, admitió el robo pero negó la secuencia de hechos previa al disparo que acabó con la vida de su hermano gemelo, Mauricio Escobar.
El acusado sostuvo que no empleó la violencia contra Rigo, a quien dijo no guardar «rencor» a pesar de haber sido el responsable de la muerte de su hermano. «Apareció con la escopeta y nos dijo ‘os mataré’, y luego disparó», declaró el asaltante.
Horas después de ese alegato contra el uso de la violencia ante el jurado popular que juzga el caso, que Fredy pronunció incluso entre sollozos, fue detenido en Palma, acusado precisamente de otro presunto delito violento.
Esa misma madrugada, Escobar fue arrestado junto a otro grupo de personas por su presunta implicación en una brutal paliza a un ciudadano de origen colombiano en una casa okupa de Palma. El acusado en el juicio de Rigo, que no estaba en prisión, fue encarcelado preventivamente por estos hechos.
El juicio ahora celebrado contra Rigo y los tres ladrones que planificaron el asalto (además de Escobar están acusados los dos hombres que lo planearon, Marcos Rotger y José Antonio Sánchez Lara) se celebra estos días por segunda vez.
El anciano de Porreres ya fue juzgado hace un año.
Sin embargo, un error formal y técnico en la confección del veredicto obligó a la justicia balear a enmendarse a sí misma, a anular la sentencia y a ordenar repetir el juicio. Un error sin precedentes que motivó que el propio fiscal superior de Baleares, Julio Cano, pidiera disculpas públicamente en nombre del sistema judicial balear.
El Mundo de España.