diciembre 5, 2024
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El hombre, que no reconoce a su mujer ni a su hijo, fue atropellado en 2019 pero su mente le retrocede a 39 años atrás.

Casi una película. La historia de Luciano, que en 2019 fue atropellado por un coche que se dio a la fuga y permaneció en coma en la cama de un hospital. Pero cuando despertó, estaba convencido de que era el 20 de marzo de 1980, cuando tenía 24 años y trabajaba en el aeropuerto de Fiumicino (Italia) como oficial de operaciones en tierra. Luciano creía que seguía siendo aquel muchacho, sin saber que ahora tenía 63 años.

El hombre contó al Messaggero los detalles de aquel día, el último recuerdo antes de la oscuridad de su memoria. Recuerda haber entrado en su casa de Monte Mario y haber vuelto a salir. Y cree recordar que aquel violento golpe contra la carrocería, la repentina oscuridad, sucedieron aquel día. Sin embargo, lo que resulta aún más asombroso es el relato del despertar.

Luciano pide llamar a su madre y la enfermera le entrega un pequeño teléfono. No recuerda haber visto nunca un teléfono móvil, ni siquiera que su madre hubiera muerto. En ese momento entra en la habitación su esposa, y se sorprende de que la mujer, una anciana desconocida para él, le llame por su nombre. Después de todo, recuerda a su prometida de 19 años con la que estaba a punto de casarse: sigue siendo ella, pero las marcas dejadas por los años le impiden reconocerla.

Entonces llega un hombre de unos treinta años, su hijo. Al que Luciano D’Adamo no reconoce, porque le parece estar mirando a alguien mayor que él, que ha permanecido inmóvil en esa fecha fatídica, el 20 de marzo de 1980. Hasta que se da cuenta violentamente: se levanta de la cama y ve reflejado en el espejo el rostro de un hombre de 63 años, con el pelo gris, los ojos llenos de cicatrices, las mejillas demacradas. Un anciano. Un trauma tremendo.

El descubrimiento del navegador en el coche

Hacen falta psicólogos y la paciencia de las enfermeras para explicar al anciano que acaba de salir del coma que un traumatismo craneal le hizo perder la memoria de los últimos 39 años de su vida.

«Aún recuerdo el asombro de viajar en un coche que en una pantalla me mostraba el mapa de Roma, o más bien la Tuttocittà como solíamos llamarla, mientras una voz decía: ‘En 100 metros gire a la derecha’«, según relata al periódico romano.

Mantenimiento de una escuela

No fue fácil empezar a vivir de nuevo en un cuerpo nuevo. Ahora trabaja en el mantenimiento de una escuela. Un equipo médico le ayudó a reaprender a socializar. La relación con los niños fue fácil, sobre todo porque entretanto él mismo se ha convertido en abuelo. Una luz se abrió en su mente cuando le comunicaron el nacimiento de un nieto, del que recuerda algo.

Luciano parece revivir algunos fragmentos de charlas familiares junto a su cama de hospital. «De vez en cuando me encuentro con alguien que me saluda. Seguro que es un viejo amigo, pero no sé de quién se trata; sin embargo, por cortesía, finjo reconocerle y le correspondo», continúa su testimonio.

«A veces digo que me gustaría volar en avión, pero nunca lo he hecho y mi mujer me corrige: ‘¿De qué estás hablando? Estuvimos juntos en París'», cuenta. «Y yo le respondo: ‘Tú has estado allí, yo no'», precisa.

La realidad supera a la ficción

Por su proximidad en el tiempo, el caso de Luciano encuentra parecido al de la película de Walter Veltroni Quando (2023), coprotagonizada por Neri Marcorè.

En 1984, en el funeral de Berlinguer, Giovanni sufre un accidente y acaba en coma. Despierta muchos años después en un mundo totalmente cambiado. Su mujer se ha casado con su mejor amigo, pero él es el padre del niño que han criado, porque la mujer estaba embarazada en el momento del accidente. A veces la realidad supera a la fantasía.