Bob Beckwith, el valiente bombero retirado que se convirtió en un símbolo de esperanza en los días turbulentos después de los ataques del 11 de septiembre, falleció a la edad de 91 años. La noticia fue anunciada por el exrepresentante de Long Island, Peter King, quien elogió a Beckwith como «un ícono estadounidense» que personificó lo mejor de la ciudad de Nueva York y de Estados Unidos.
Beckwith, residente de Baldwin, Nueva York, y veterano de tres décadas en el Departamento de Bomberos de Nueva York (FDNY), se retiró siete años antes de que la tragedia golpeara el corazón de América. Sin embargo, el 14 de septiembre de 2001, apenas tres días después de los ataques terroristas, corrió hacia la Zona Cero para unirse a los esfuerzos de búsqueda y rescate.
Su imagen, parado con un casco de bombero encima del camión destrozado de Engine Co. 76, se convirtió en un ícono imperecedero que apareció en periódicos, pantallas de televisión y la portada de la revista Time. Pero lo más notable fue su encuentro con el presidente George W. Bush.
Cuando el asesor presidencial Karl Rove le pidió a Beckwith que ayudara a alguien a subirse al camión, nunca imaginó que sería el presidente de los Estados Unidos. Bush, vestido con chaqueta gris y pantalones, caminó hacia él, levantando el brazo en un gesto simbólico.
Beckwith recordó aquel momento histórico, donde el presidente le pidió ayuda y le rodeó con su brazo. Bush, armado con un megáfono, se dirigió a los socorristas y trabajadores con un discurso que cambiaría el tono del país. La icónica frase «Puedo oírte» resonó, electrificando a la multitud y enviando un mensaje de determinación y unidad.
Después del discurso improvisado, un agente del Servicio Secreto le entregó a Beckwith una bandera estadounidense, un regalo de Bush. Este gesto simbolizó el inicio de una conexión duradera entre el bombero y el presidente. Al año siguiente, Beckwith y su esposa fueron invitados a la Casa Blanca, donde le entregaron a Bush el megáfono que se había vuelto tan emblemático.
A lo largo de los dos mandatos presidenciales de Bush, Beckwith y su esposa asistieron a la fiesta de Navidad de la Casa Blanca, y recibieron tarjetas navideñas personalizadas pintadas por el expresidente, quien había desarrollado su pasión por la pintura durante su jubilación.
En su modesta casa de Baldwin, Beckwith conservaba con orgullo la famosa portada de la revista Time y la bandera que le regaló el presidente como recuerdos invaluables de aquel encuentro único. A pesar de la fama y la atención, Beckwith siempre mantuvo la humildad, insistiendo en que su participación era simplemente estar en el lugar correcto en el momento correcto.
Su legado perdurará no solo en la imagen icónica, sino en la conexión especial que compartió con el presidente y en el espíritu de unidad que simbolizó en un momento de oscuridad para la nación. Bob Beckwith, el héroe silencioso, deja atrás un impacto imborrable en la memoria colectiva de Estados Unidos.