noviembre 21, 2024
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Parte de las actas han sido secuestradas a la fuerza por funcionarios chavistas, pero incluso con ellas, Maduro no lograría ni acercarse a la victoria.

El himno venezolano, tantas veces manipulado por el poder, suena en las últimas horas más fuerte que nunca en las gargantas del «bravo pueblo» venezolano frente al «vil egoísmo que otra vez triunfó». Los dirigentes de la oposición y los ciudadanos reclaman el histórico triunfo en las urnas del diplomático Edmundo González Urrutia, frente al fraude masivo impuesto a la fuerza por el chavismo.

Los datos lo dejan muy claro: con el 73,25% de las actas escaneadas, digitalizadas y contabilizadas por los testigos de la oposición, el candidato demócrata ha derrotado a Nicolás Maduro sin necesidad de terminar el recuento. «La tendencia es irreversible», la sentencia definitiva en Venezuela, gracias a que el opositor recogió 6.275.182 votos frente a los 2.259.256 apoyos para el «hijo de Chávez».

Cuatro millones de votos y sin acabar el recuento, que dispararía la diferencia por encima de los cinco millones. El resto de las actas fueron secuestradas a la fuerza por funcionarios chavistas o militares, que contaron además con el despliegue violento de los colectivos paramilitares de la revolución. La comparecencia de Machado y del «presidente electo», González Urrutia, provocó de nuevo un vendaval de cacerolas y festejos en distintas zonas de Caracas, en especial en los barrios más populares.

Horas antes, la maquinaria fraudulenta transformó de forma burda esos millones de votos en contra en una «victoria» imposible de Nicolás Maduro, más de 7 puntos por encima: 51,20% para Maduro, que equivalen a 5.150.092 votos, frente al 44,02% de Edmundo, para 4.445.978 votos. «Recibo el dictamen con humildad, porque soy un obrero y eso no me lo perdona el imperialismo», pontificó ayer el mandatario durante la entrega del acta de acreditación como presidente electo, cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) ni siquiera ha publicado los resultados detallados ni nada que se le parezca. Incluso uno de los cinco rectores, cuya presencia y firma es imprescindible para ratificar el boletín electoral, no participó en el acto. Juan Carlos Delpino no comparece desde el día antes, una muestra evidente de que no ha dado su visto bueno al fraude presidencial.

«Se está intentando imponer en Venezuela un golpe de Estado, de carácter fascista y contrarrevolucionario», explicó una vez más Maduro. Mucho más precisas fueron las redes sociales, que se llenaron durante el domingo con resultados muy favorables a la oposición, tanto con las boletas que ese emitían al final del recuento en cada colegio como en la lectura a viva voz de los presidentes de mesa. Hasta en los bastiones chavistas de toda la vida, como el barrio 23 de Enero, territorio de los colectivos paramilitares a donde acudía a votar Hugo Chávez, ganó Edmundo. Un batallón de mujeres de blanco tomó las calles en el bastión otrora radical para resguardar el triunfo, ante el silencio cabizbajo de los chavistas.

El 73,25% de actas recogidas por la oposición no sólo ratificaban las encuestas independientes realizadas durante la campaña, también las ‘exit poll’ del domingo, que daban como ganador a González Urrutia por entre 20 y 35 puntos de ventaja.

«Venezuela tiene un nuevo presidente electo y es Edmundo González Urrutia. Esto es una violación grosera de la soberanía popular», señaló taxativa María Corina Machado ya de madrugada. La líder opositora aprovechó para asegurar, con actas en mano, que la Unidad Democrática había vencido en todas las clases sociales y en los 23 estados (regiones) del país.

De hecho, las mayores colas en Caracas se registraron en los barrios populares de la capital. Las evidencias son abrumadoras. «En todos los centros monitoreados, chavistas hasta 2021, ganó abrumadoramente Edmundo. No solo según las ‘exit poll’, también según las actas. ¿Es extrapolable esta conclusión para el resto de los centros? Sin duda que sí. Si alguien pretende negarlo, o plantear una hipótesis contraria, lo invito cordialmente a que muestre la evidencia en un plato: publiquen los resultados mesa por mesa», retó Ricardo Ríos, presidente de Poder y Estrategia.

Son esas mismas evidencias las que exige la comunidad internacional al chavismo, incluso sus aliados Colombia y Brasil, con la excepción del bloque autoritario (Rusia, Cuba, China, Nicaragua e Irán), que aplaudió el golpe electoral de Maduro.

Para todos ellos el chavismo ha construido una narrativa imposible, que recuerda a los 100 magnicidios contra Maduro, al alma de Hugo Chávez transformada en pajarito para hablarle al oído o al francotirador de una película de Clint Eastwood disparando contra el sistema eléctrico para provocar el gran apagón de 2019. «El ataque habría sido realizado desde Macedonia del Norte y habría tenido la intención de manipular los datos que se estaban recibiendo en el CNE. Afortunadamente esta acción fue detenida», escenificó el fiscal Tarek William Saab, quien acusó de sabotaje electoral a María Corina Machado y a los exiliados Leopoldo López y Léster Toledo.

El propio Maduro tampoco supo explicar el supuesto «hackeo» contra el CNE, algo así como «un ataque masivo como nunca antes al sistema de transmisión. Y el ataque continúa», aseguró.

Las explicaciones del fiscal Saab no convencieron a nadie, y de hecho las exigencias se mantuvieron, tanto en la comunidad internacional como en distintos organismos. El Centro Carter, único observador independiente en los comicios del domingo frente al numeroso club de amigos de la revolución presente en las elecciones, reclamó la publicación de las actas transmitidas al CNE «indispensable para nuestra evaluación y fundamental para el pueblo venezolano». António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, tiró de manual diplomático para exigir el desglose de los resultados por colegios electorales. Algo imposible para el chavismo sin dejarse en evidencia, más allá del «ataque informático» procedente de Macedonia del Norte. La ONU envió un panel de cuatro expertos, cuyo informe no será público.

Las explicaciones del fiscal Saab no convencieron a nadie, y de hecho las exigencias se mantuvieron, tanto en la comunidad internacional como en distintos organismos. El Centro Carter, único observador independiente en los comicios del domingo frente al numeroso club de amigos de la revolución presente en las elecciones, reclamó la publicación de las actas transmitidas al CNE «indispensable para nuestra evaluación y fundamental para el pueblo venezolano». António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, tiró de manual diplomático para exigir el desglose de los resultados por colegios electorales. Algo imposible para el chavismo sin dejarse en evidencia, más allá del «ataque informático» procedente de Macedonia del Norte. La ONU envió un panel de cuatro expertos, cuyo informe no será público.

Reporte de El Mundo de España.