Más de 200 fábricas de la industria textil, encargadas de producir ropa para marcas reconocidas a nivel mundial como Zara, H&M y GAP, han cesado sus actividades debido a las intensas protestas que se han desatado en el país.
Miles de trabajadores del sector textil se han manifestado exigiendo mejores salarios y denunciando la represión policial que han enfrentado en los últimos días. Esta ola de violencia se ha desencadenado en medio de la tensión política entre el Gobierno y la oposición en Bangladesh.
La policía estima que alrededor de 5.000 trabajadores abandonaron las fábricas ubicadas en el área industrial de Mirpur, en Dacca, paralizando temporalmente la producción. Estas fábricas son proveedoras de algunas de las marcas más conocidas y exitosas a nivel mundial.
Aunque las manifestaciones en su mayoría han sido pacíficas, el presidente del Grupo Epyllion, uno de los principales grupos textiles del país, decidió cerrar todas sus fábricas en la zona como medida de precaución después de que algunos de sus trabajadores resultaran heridos durante otras protestas.
Los empleados del sector textil comenzaron sus protestas la semana pasada exigiendo un aumento salarial. Aunque solicitan un salario mínimo mensual de 23.000 taka (aproximadamente 210 dólares) para compensar la inflación, los propietarios solo están dispuestos a pagar 10.400 taka (unos 94 dólares).
Estas protestas se desarrollan en un contexto de creciente tensión política en Bangladesh. Desde que la Policía frustró una importante manifestación de la oposición el 28 de octubre, al menos 11 personas han perdido la vida, según el informe de Human Rights Watch.
El sector textil en Bangladesh ha sido objeto de escrutinio durante años debido a las precarias condiciones laborales, especialmente después del trágico colapso del complejo Rana Plaza en 2013, que dejó 1.100 trabajadores muertos y 2.500 heridos.
La industria textil representa casi el 85% de las exportaciones totales de Bangladesh, alcanzando los 55.000 millones de dólares el año pasado. La paralización de las fábricas y las protestas en curso suponen un desafío tanto para los trabajadores como para la economía del país. Las autoridades y los líderes empresariales están buscando soluciones para resolver esta crisis y garantizar condiciones laborales justas para los empleados del sector textil.