julio 8, 2024

En un acto de desafío hacia la jerarquía de la Iglesia Católica, 51 sacerdotes peruanos han emitido una declaración conjunta en la que se declaran en desacato y solicitan al Papa Francisco que anule la posibilidad de bendecir a parejas homosexuales. Estos sacerdotes, pertenecientes a la prelatura de Moyobamba en la selva del Perú, respaldan al obispo Rafael Escudero, quien ha criticado la declaración Fiducia Supplicans y ha prohibido la bendición de parejas del mismo sexo o en situación irregular.

En el comunicado, los firmantes expresan su total apoyo al obispo y solicitan al Santo Padre que revoque el documento y cualquier afirmación que permita la administración de sacramentos o bendiciones a personas en pecado mortal objetivo sin arrepentimiento y deseo de conversión. Aunque aclaran que su pronunciamiento no es un acto de rebeldía, señalan a otros obispos y sacerdotes que desobedecen las enseñanzas de la Iglesia y buscan cambiar la doctrina y la moral secular de la institución.

El obispo Escudero, de nacionalidad española, ha expresado su oposición a la bendición de parejas homosexuales, argumentando que va en contra de la comunión de la Iglesia y constituye un abuso grave del Santísimo Nombre de Dios. En su mensaje pastoral, ha afirmado que los actos homosexuales son desordenados y contrarios a la ley natural, y que Dios busca el arrepentimiento y la conversión de los pecadores.

Esta declaración de los sacerdotes peruanos se produce en un contexto en el que más de 1.7 millones de ciudadanos en el país se identifican como no heterosexuales. Aunque no existen políticas como la identidad de género, el cupo trans, la unión civil o el matrimonio igualitario en Perú, una encuesta citada por la Defensoría del Pueblo revela que el 19% de los peruanos considera que la homosexualidad es una enfermedad.

Hasta el momento, ni la Conferencia Episcopal Peruana ni el Arzobispado de Lima han emitido comentarios sobre la declaración de los sacerdotes peruanos. Sin embargo, estas posturas se distancian de la posición expresada por el Papa Francisco a principios del año pasado, cuando condenó la penalización de las relaciones homosexuales en el mundo.